Las JMJ no es sólo un encuentro mundial de todos los jóvenes del mundo, sino también, según Juan Pablo II es “una ayuda para interrogarse sobre las aspiraciones más íntimas, un momento donde muchos toman decisiones valientes y audaces”.
En una JMJ también pueden suceder cosas tan increíbles como un matrimonio,aquí tenemos un bonito ejemplo:
Claudia y Rafael, ambos de México, se conocieron en la Jornada de Denver en 1993, al lado de las montañas Rocosas de Colorado, y desde entonces no se han separado de Dios, ni tampoco el uno del otro. Ahora viven felices con sus cuatro hijos, en la ciudad que los unió.
Ambos hacían la experiencia del Camino Neocatecumenal en la ciudad de Neucalpam (México) pero nunca se habían visto antes de aquella peregrinación. Rafael acudía en una situación difícil, después de un tiempo de angustia y depresión. Estaba perdido y decidió ir por obediencia a las palabras de un catequista que le dio el consejo de ir a esa JMJ.
Rafael estaba al cargo de un autobús de cuarenta jóvenes entre los que se encontraba su futura esposa, Claudia. Ella había trabajado muy duro para reunir el dinero y poder acudir al encuentro, como ahora lo está haciendo su hija para poder asistir a Madrid el próximo agosto.
“¡No tengáis miedo!”, “¡Abrid, de par en par, las puertas a Cristo!”. Estas palabras fueron introduciéndose en ellos aquellos días, disponiéndolos para el camino que el Señor les había preparado y aún hoy les guían en su matrimonio. Quince años después, todavía conservan la entrada a la Vigilia y a la Misa.
Cuando volvieron de la Jornada, continuaron viéndose asiduamente en la Eucaristía y fue surgiendo, poco a poco, una relación estrecha y profunda… y acabaron casándose. Ahora, Claudia y Rafael animan a todos los jóvenes, entre ellos a su hija, a que se dispongan a venir a Madrid, “a vivir una aventura que lleva siempre más allá de lo imaginable”.
Rafael estaba al cargo de un autobús de cuarenta jóvenes entre los que se encontraba su futura esposa, Claudia. Ella había trabajado muy duro para reunir el dinero y poder acudir al encuentro, como ahora lo está haciendo su hija para poder asistir a Madrid el próximo agosto.
“¡No tengáis miedo!”, “¡Abrid, de par en par, las puertas a Cristo!”. Estas palabras fueron introduciéndose en ellos aquellos días, disponiéndolos para el camino que el Señor les había preparado y aún hoy les guían en su matrimonio. Quince años después, todavía conservan la entrada a la Vigilia y a la Misa.
Cuando volvieron de la Jornada, continuaron viéndose asiduamente en la Eucaristía y fue surgiendo, poco a poco, una relación estrecha y profunda… y acabaron casándose. Ahora, Claudia y Rafael animan a todos los jóvenes, entre ellos a su hija, a que se dispongan a venir a Madrid, “a vivir una aventura que lleva siempre más allá de lo imaginable”.